El señor Smith, de aspecto serio, tan flaco como pudiera esperarse del sistema de adoctrinamiento e intervensión estatal que ha acabado con la vida de las personas de Oceanía, es el fiel legado del desgaste histórico, del óxido que provoca el paso del tiempo sobre los ojos de un hombre dedicado a borrar la historia ajena, y así como lo dicen las doctrinas del gran hermano: controlar el futuro.
Las situaciones vitales del señor Wiston demuestra que la doctrina del gran hermano funciona a la perfección, lo fácil que es controlar la población es una capacidad notoria para Smith, él lo sabe y quienes lo rodean también, es parte de una culpabilidad ajena que lleva a cuestas durante toda su vida, una nostalgia que invade y que persigue a tal punto de sentir la carga de escapar de las garras del partido.
De la mano de Winston Smith se evidencian las cargas políticas que acomplejan los enigmas políticos, económicos y sociales de las sociedades actuales, encaminadas a la inmersión del Gran Hermano en la vida de cada individuo, perdiende este, así como nos lo enseña el caso Smith, la capacidad de valerse como ser humano, todo por la política intervensionista y autoritaria que maneja el control estatal.